Nunca me han gustado los viajes organizados, lo bueno de los viajes es dejarte llevar, si te privas de la sensación de libertad, qué te queda?? ... unas cuantas fotos, unos horribles souvenirs que no sabes donde poner, un sello en el pasaporte...
...para mi la sensación de no saber como puede terminar el día es fundamental, le da aire de aventura...
En una ocasión eso se cumplió al pie de la letra, no me podía imaginar como termiraría aquel día en Camagüei Cuba.
El día empezó en un hotel, en uno de tantos pueblos turísticos, desayuno continental, crema solar y a la playa...
después de una hora tomando el sol me cuentan que hay un pueblecito con bonitas playas, al que sólo se
puede acceder en coche de caballos...
por supuesto Dulce Juana no se puede perder eso...
la zona se llama La Boca, no hay un solo hotel, sólo un chiringuito donde te preparan una langosta y camarones, que acompañados por una cerveza Bucanero, con músicos tocando en directo te recuerdan que debes grabar ese momento en tu cabeza a fuego...
pasa la tarde entre cervezas, baños y mucho, mucho sol...
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empieza a bajar el sol, pero yo no me quiero ir!!... queda poco tiempo para decidir, los coches en cuanto se ponga el sol no vendrán...
en pocas horas tendré una de las experiencias más enriquecedoras de mi vida...
me vi en una casa muy humilde de un matrimonio cubano, frente a un televisor en blanco y negro, viendo un programa de humor, mientras compartíamos diferentes puntos de vista sobre la vida. Por la mañana muy temprano me despedí de ellos y volví a la playa donde reflexioné sobre la forma de vida que estaba llevando gente tan parecida a mi, sobre sus carencias y sobre lo absurda que es la vida...
entiendo que lo hicieras, pero yo jamás lo haría... me pueden muchísimo mis instintos de comodidad... necesito un espacio cómodo, limpio y ordenado al finalizar la jornada, el tramo viajero.... y poder salir a la mañana siguiente a por más....
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